El evangelio secreto de Marcos



Morton Smith afirma haber encontrado en 1958, en el monasterio griego ortodoxo de Mar Saba, situado en el desierto cercano a Jerusalén, un texto que había sido manuscrito en la última página en blanco en el interior de la cubierta de una edición de las cartas de Ignacio impresa en el siglo XVII, en el que se contenía el fragmento de una carta de Clemente de Alejandría (siglo II) a cierto Theodoros. En esta carta Clemente resuelve algunas consultas relacionadas con un llamado «evangelio secreto» de Marcos, utilizado como lectura litúrgica en Alejandría. Clemente confirma su existencia; se trata, a su juicio, de una segunda versión, más espiritual, del evangelio de Marcos, redactada en Alejandría para promover el conocimiento en cristianos aventajados. Niega, sin embargo, que contenga determinados pasajes que puedan alegar los carpocratianos (un grupo gnóstico cristiano) contra Teodoro.
Smith publicó su descubrimiento el año 1973. El manuscrito procede del siglo XVIII: en ese período era común en el monasterio de Mar Saba escribir en las páginas y en los espacios en blancos de los libros y copiar en ellos textos antiguos fragmentarios. En el siglo VII trabajó en ese monasterio Juan Damasceno, el cual afirmó que conoció las cartas de Clemente (siglo II). Esa es la única conexión del manuscrito del siglo XVIII con Clemente.
En el fragmento conservado, Clemente cita sólo un pasaje completo del Evangelio secreto de Marcos: el relato sobre la resurrección de un joven enterrado en un sepulcro de Betania. El contexto y el contenido de esta perícopa apuntan a la resurrección de Lázaro según Jn 11; pero el lenguaje se asemeja al de Marcos. El relato finaliza así: «Y al anochecer, el joven viene a él llevando sólo una camisa sobre el cuerpo desnudo. Y estuvo con él toda la noche, porque Jesús le enseñó el secreto del reino de Dios». La versión carpocratiana de la perícopa en la carta de Clemente ofrecía presumiblemente en este pasaje una ampliación de la ceremonia bautismal que se realizaba con el cuerpo desnudo.
La relación entre este evangelio secreto de Marcos y el Evangelio canónico de Marcos no es fácil de precisar. La mayor parte de los exégetas considera este evangelio secreto como una reelaboración gnóstica del evangelio canónico, aparecida en el siglo II. La opinión mayoritaria de los especialistas es que no es posible obtener a partir del material encontrado, nuevos conocimientos sobre Jesús. Además, el detallado examen llevado a cabo por los mejores especialistas lleva a la conclusión de que este texto presupone los cuatro Evangelios canónicos. Como señala Armand Puig, «en definitiva, o bien el llamado Evangelio secreto de Marcos es un montaje-y no faltan razones para pensarlo-, o bien es un escrito que depende de los evangelios de Juan y de Marcos y, por tanto, no tiene valor como fuente histórica sobre Jesús». En el mismo sentido, Hans Josepf Klauck señala que «todo el texto podría ser una diestra falsificacion compuesta en cualquier momento entre finales de la antigüedad y el siglo XX». Además, y aparte de Smith, ningún otro estudioso ha visto nunca el original. Parece ser que el volumen fue transportado de Mar Saba hasta el patriarcado ortodoxo de Jerusalén, donde las hojas manuscritas fueron separadas del libro. Sin embargo, según afirma Klauck, «el actual bibliotecario del patriarcado no ha logrado encontrar y mostrar tales paginas».
En definitiva, y como afirma José Miguel García, el evangelio secreto de Marcos «puede ser una falsificación del siglo XX debida a Marton Smith, ya que el manuscrito que dijo haber descubierto u que fechó hacia el año 200 nadie lo ha visto, excepto él». Convencido de que se trata de una falsificación se muestra Craig A. Evans (en su obra El Jesús deformado): «la carta clementina y las citas del Marcos secreto interpoladas en ella son un engaño contemporáneo, y es casi seguro que su autor es Morton Smith». Según Evans, «algunos investigadores lo han sospechado durante años, pero las nítidas fotografías en color del documento, recientemente publicadas, han dado a los expertos en la ciencia de detección de falsificaciones la oportunidad de analizar la escritura del documento y compararlas con muestras de la escritura del profesor Smith», y «las pruebas son convincentes y concluyentes: Smith escribió el texto».