ORACIÓN EN GETSEMANÍ: ¿SUDÓ SANGRE JESÚS?
El texto griego del evangelio de Lucas, en su capítulo 22 versículo 44, en la escena de Jesús orando en el huerto de Getsemaní, después de la Última Cena, y poco antes de su apresamiento, cuenta lo siguiente:
“καὶ γενόμενος ἐν ἀγωνίᾳ ἐκτενέστερον προσηύχετο· καὶ ἐγένετο ὁ ἱδρὼς αὐτοῦ ὡσεὶ θρόμβοι αἵματος καταβαίνοντες ἐπὶ τὴν γῆν”.
La traducción es esta:
“Y entrando en agonía, oraba más intensamente. Y se hizo su sudor como grumos de sangre, que caían hasta el suelo”.
¿Quiso decir Lucas que tan intensa fue la agonía de Jesús que comenzó a sudar sangre?
La medicina utiliza el concepto de hematidrosis para referirse a un trastorno de la secreción sudoral caracterizado por la coloración roja del sudor; esta tonalidad se debe a la presencia de la materia colorante de la sangre sin los glóbulos.
¿Es lo que le sucedió a Jesús?
Todo apunta a que Lucas no quiso en absoluto decir eso.
El texto del capítulo 22 del versículo 44 no dice que Jesús sudara sangre, sino que “su sudor se hizo como grumos de sangre que caían hasta el suelo”. No hay duda. El texto griego utiliza la palabra ὡσεὶ que equivale al adverbio de comparación “como”. Es una comparación. Lo que se quiere decir es que por su angustia Jesús sudó tanto que las gotas de sudor caían al suelo al igual que caen al suelo los grumos de sangre cuando alguien tiene una herida. Sólo se trata de una comparación y en absoluto se está diciendo que Jesús sudó sangre.
Existe, además, otro problema. No estamos seguros que los versículos 43 y 44 del capítulo 22 del evangelio de Lucas tengan realmente a éste como su autor.
Estos dos versículos, en su traducción al castellano, dicen lo siguiente:
“Y se le apareció un ángel venido del cielo, que se le confortaba. Y entrando en agonía, oraba más intensamente. Y se hizo su sudor como grumos de sangre, que caían hasta el suelo?”
¿Por qué decimos que no está claro que estos versículos hayan sido escritos por Lucas?
Pues porque estos dos versículos no están en varios de los papiros y códices más antiguos que se conservan del Evangelio de Lucas. En concreto, estos dos versículos no están en estos manuscritos:
-No están en el Papiro P69. Este papiro de sólo una hoja se corresponde con un fragmento del evangelio de Lucas. En concreto, se trata del capítulo 22, versículo 41 (entonces se alejó de ellos y se puso de rodillas a orar, poco antes del prendimiento), así como también fragmentos de los versículos 45-48 (prendimiento) y 58-61 (negación Pedro). Este papiro se data en el siglo III. No están los versículos 43 y 44.
-No están en el Papiro P75. Es uno de los más antiguos y extensos. Está datado en el siglo III. Contiene dos Evangelios: el de Lucas (de los capítulos del 3 al 24) y el de Juan (capítulos del 1 al 15). El papiro P75 contiene la copia más antigua del Evangelio de Lucas y probablemente la segunda en antigüedad de Juan. Este papiro es, por lo tanto, de inestimable valor. Pues bien, los versículos 43 y 44 no aparecen su texto.
-No están en el Códice Vaticano. Este códice se suele datar a comienzos del siglo IV. Está depositado en la biblioteca del Vaticano por lo menos desde el año 1481: cuando ese año se hizo el primer catálogo de esa biblioteca, ya se hallaba en la biblioteca vaticana. Es seguramente el más antiguo e importante de todos los códices del nuevo testamento. Contiene toda la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) con algunas lagunas. El Evangelio de Lucas está entero y faltan estos dos versículos.
-No están en el Códice Alejandrino. Es del siglo V y contiene también toda la Biblia. Contiene entero el evangelio de Lucas, pero faltan también estos dos versículos.
Es cierto que estos dos versículos sí aparecen en otros muchos manuscritos muy antiguos. En concreto, sí aparecen en el Códice Sinaítico, que es tan importante y antiguo como el Códice Vaticano.
Es muy posible que estos dos versículos fueran añadidos a mediados del siglo II por un copista. A partir de entonces circularon manuscritos con y sin los dos versículos. Una hipótesis plausible es que ese copista incluyera los dos versículos para dejar clara la humanidad de Jesús, que hacia el año 150 fue puesta en duda por la secta de los docetistas.
Las dudas sobre la autoría lucana de estos dos versículos se ve reforzada porque no encaja con la tendencia general de Lucas, que nunca presenta a Jesús emocionalmente angustiado durante su pasión. Al contrario, siempre lo muestra sereno y tranquilo.