El Titulus de la Cruz de Cristo


En la Basílica romana de la Santa Cruz de Jerusalén, mandada construir en la primera mitad del siglo IV por santa Elena, la madre del emperador Constantino, se venera una de las reliquias más importantes de la cristiandad: se trata de parte del «titulus crucis», de la inscripción que fue colocada en la cruz de Cristo, al ser crucificado en el Gólgota.
¿Es auténtica esta reliquia? El investigador alemán Michael Hesemann, al frente de un completo equipo de especialistas, ha dirigido una serie de estudios en los que se llega a la conclusión de que esta reliquia es verdadera. Sin embargo, según la datación por el método del Carbono 14 llevada a cabo en la Universidad de Arizona el año 2002 por Francesco Bella y Carlo Azzi, este trozo de madera ha de datarse entre el año 980 y el 1146 (ver informe sobre datación del Carbono 14 en inglés), de lo que se derivría que no podría ser auténtica. ¿Qué podemos decir sobre este objeto?
Según cuentan los evangelistas, sobre la cruz de Jesús se colocó una inscripción en la que se resumía el motivo de la condena. En palabras del evangelio de Juan, «Pilato escribió además un letrero y lo fijó en la cruz; estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS. Este letrero lo leyeron muchos judíos, porque estaba cerca de la ciudad el lugar donde fue crucificado Jesús. Y estaba escrito en hebreo, latín y griego».
La reliquia con la inscripción de la cruz (titulus) conservada en la basílica romana de la Santa Cruz, que puede verse en detalle en esta página, es un trozo de madera rectangular de 25 por 14 centímetros, de 2,6 centímetros de grosor y de un peso de 687 gramos. Según el experto italiano Elio Corona, se trata de madera de olivo.

Las investigaciones de Hesemann respecto del titulus de la cruz de Cristo conservada en la Basílica de la Santa Cruz de Roma comenzaron en mayo de 1995, cuando recibió la autorización del entonces sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, el arzobispo Giovanni Batista Re.
En el trozo de madera se puede leer una inscripción que está escrita en tres idiomas: hebreo, griego y latín.
El fragmento del título con la inscripción de la condena que se conserva en Roma no contiene la totalidad de la acusación formulada contra Jesús (Jesús el Nazareno, rey de los judíos), sino tan sólo algo más de la parte correspondiente a la palabra «Nazareno». De la línea más alta, escrita en hebreo, sólo se ve la parte inferior de algunas letras. En cambio, la palabra «Nazarenus» se lee bien tanto en griego como en latín. Los tres textos están escritos de derecha a izquierda, como hacían a veces los escribanos judíos, acostumbrados al sentido de escritura del hebreo (que se escribe de derecha a izquierda, a diferencia del griego y del latín, que se escribe de izquierda a derecha).
Hesemann consiguió que este trozo de madera fuera examinado por un prestigioso equipo de especialistas, formado por las siguientes personas:
El Dr. Gabriel Barkay, arqueólogo, autoridad israelí en la antigüedad y experto en epigrafía judía.
El Profesor el Dr. Hanan Eshel, de la universidad hebrea de Jerusalén y de la universidad de Harvard, Massachusetts de Cambridge, experto en paleografía judía
El Profesor Dr. Ester Eshel, de la universidad hebrea de Jerusalén y de la universidad de Harvard, Massachusetts de Cambridge, experto en paleografía judía.
El Dr. Leah Di Segni, de la universidad hebrea Jerusalén, experto en inscripciones griegas en Palestina.
El Profesor Dr. Israel Roll de Israel, universidad de Tel Aviv, arqueólogo, experto en las inscripciones romanas en Palestina.
El Profesor Dr. Ben Isaac, de la universidad de Tel Aviv, arqueólogo, experto en inscripciones romanas en Palestina.
El Profesor Dr. Werner Eck, de la universidad de Colonia de Alemania, experto en las inscripciones de madera romanas.
Profesor Carsten Peter Thiede, experto en epigrafía, paleografía y papirología del cristianismo primitivo.


En la imagen puede apreciarse el texto que se lee en el trozo de madera con el titulus de la cruz de Cristo que se conserva en la Basílica de la Santa Cruz de Roma.
Para la trascripción de los textos griego y latino debe efectuarse (como ya se ha dicho) una lectura de izquierda a derecha. En el siguiente cuadro se aprecia la reconstrucción (en rosa) y el texto que puede leerse (en rojo).
De derecha a izquierda | = | De izquierda a derecha |
(MJDUHJH KLM JR) Ş‘NH (’UŠJ) | = | (JŠU‘) HN’Ş (RJ MLK HJHUDJM) |
CYEΛICA)B CYONEPAZAN (C)I(NΩIAΔYOI | = | I(C) NAZAPENOYC B(ACIΛEYC IOYΔAIΩN) |
(MVROEADVI X)ER SVNIRAZAN .I | = | I. NAZARINVS RE(X IVDAEORUM) |
La opinión de estos expertos es la siguiente:
Primera Línea. Hebreo. Desafortunadamente esta línea está en muy mal estado. No obstante, con diversas discusiones, dos de los tres expertos consultados en paleografía judía encontraron características obvias típicas de la forma de escritura de los siglos del I al IV.
Segunda Línea: Griego. Muestra varias características paleográficas interesantes. El estilo de las letras se corresponde con las que se utilizarían en el siglo I. Es especialmente interesante la grafía que representa las letras omicrón y epsilón.
Este signo fue utilizado en el siglo primero y también en el periodo bizantino, desde el siglo VI, pero no se utilizó en los siglo del segundo al quinto.
Sin embargo, el estilo de las alfas es típico de los siglos primero al tercero, pero no de tiempos posteriores.
De ello se sigue que el único período posible del texto griego sería el siglo I.
Tercera Línea: Latín.
Se observa un paralelismo con las inscripciones romanas del siglo I halladas en Caesarea Maritima. De estas inscripciones, la más conocida es aquella en la que se cita a Poncio Pilato.
La conclusión de los especialistas es que no existe indicio alguno de que se trate de una falsificación. Contrariamente, las características paleográficas de estos textos apuntan como fecha más probable de los mismos la del siglo I.
Puesto que el texto hace referencia a un «J el Nazareno, rey de los judíos», todo apunta a que este trozo de madera se corresponde verdaderamente con el titulus colocado en la cruz de Jesús de Nazaret.
La parte del «Titulus Crucis» conservada en Roma es casi la central, pero no muestra señales de un clavo que la fijase al estípite vertical sobre el que se fijaba el patíbulo o parte horizontal de la cruz. El estudio de las doce formas de crucificar y de los diversos tipos de cruz señala que, frecuentemente, el titulus se ataba con una cuerda.
¿Cómo pudo el Titulus que se conserva en la Basílica romana llegar hasta allí? El año 312 de nuestra era Constantino conquistó el poder, lo que cambió la postura oficial del Imperio Romano respecto al cristianismo. Muy poco después, Constantino dio órdenes de que en Jerusalén se destruyera el templo pagano que se había construido encima de los santos lugares y de que se buscara el Santo Sepulcro. De todo ello nos ofrece cumplida información el escritor Eusebio de Cesarea en su Vida de Constantino, escrita a comienzos del siglo IV. Encontrado el Santo Sepulcro, sobre él se erigió la Basílica del mismo nombre.


Entra entonces en nuestra historia Elena, la madre de Constantino, luego convertida en santa. Elena se dirigió a Jerusalén en peregrinación, a la avanzada edad de los ochenta años, para ver con sus propios ojos los santos lugares en los que se había desarrollado la vida de Jesús. Y es durante la visita de Elena cuando, por lo visto, se encontraron (o fueron entregadas por los cristianos que habían permanecido en Jerusalén) diversas reliquias, entre ellas el Titulus de la Cruz.
Eusebio de Cesarea, que escribe en los años 338 a 340, no habla directamente de este hallazgo. Pero si lo menciona el Obispo de Jerusalén Cirilo en un escrito del año 348, en el que afirma que la madera santa de la cruz podía verse y ser objeto de culto. Del año 341 se conserva una carta del Obispo Cirilo al emperador Constanzo, hijo de Constantino, en la que le dice que «en tiempos de tu padre Constantino el leño de la cruz fue hallado en Jerusalén».
Parece que Elena dividió las reliquias en varias partes. Concretamente, el Titulus fue dividido por lo menos en dos partes: una se la llevó Elena a Roma, a su regreso, y la otra se quedó en Jerusalén, en concreto en la Basílica del Santo Sepulcro. La parte del Titulus que se llevó Elena a Roma es la que ahora se conserva en la Basílica de la Santa Cruz.
En Jerusalén se quedó, pues, otra parte de la inscripción, la cual fue también objeto de veneración desde el siglo IV. Por eso los textos más antiguos, como el del historiador Sozomenos de Gaza en el año 443, se refieren a que en Jersusalén se venera la inscripción de la cruz de Cristo en la que se lee el texto «(Re)x Iudaeorum»; esa parte es la que se correspondería con el fragmento dejado por Santa Elena en la iglesia local de Jerusalén. La parte del Titulus que se quedó en Jerusalén se perdió el año 614 durante la invasión de Cosroes.

Según la tradición, la Basílica donde en la actualidad se halla el Titulus fue construida por orden de Santa Elena, en el siglo IV. Estudios arqueológicos han determinado el hallazgo de restos que podrían corresponder con esta primitiva iglesia. La primitiva Basílica fue restaurada por el Papa Gregorio II (715-731 y por Adriano I (772-795).
Entre 1144 y 1145 la basílica fue completamente reestructurada bajo el mandato del pontífice Lucio II (antes de ser Papa, Cardenal Gerardo). Así se convirtió en una basílica a tres naves, con un transepto, un nártex, un campanario, y un claustro. En esa ocasión la reliquia se colocó en unauna caja de plomo, con el sello del Cardenal y se hizo amurar sobre el arco de la capilla de Santa Elena. Se colocó como identificación un antiguo azulejo con la inscripción Titulus Crucis.
El Titulus fue redescubierto el año 1492, siendo Papa el valenciano Alejandro VI de Borgia. El 1 de febrero de 1492, mientras se realizaban tareas de reparación del techo de la capilla de Santa Elena de la Basílica de la Santa Cruz, fue encontrado un azulejo con la inscripción prometedora: Titulus crucis. Removido el azulejo se encontró -amurada- una caja de plomo, con el sello del Cardenal Gerardo, y con la inscripción de la cruz dentro. Desde entonces la reliquia ha estado ya expuesta al público.
A la vista de los resultados conseguidos por el equipo de paleógrafos dirigidos por el alemán Hesemann, el Vaticano autorizó que se realizara en esta reliquia la prueba del carbono 14.
La datación por el método del Carbono 14 se efectuó en la Universidad de Arizona por los profesores Francesco Bella y Carlo Azzi, que publicaron sus resultados el año 2002. Según esta datación, este trozo de madera ha de datarse entre el año 980 y el 1146 (ver informe sobre datación del Carbono 14 en inglés). Según esta datación, el Títulus no puede ser auténtico: se trataría de una sofisticada falsificación. Sin embargo, el resto de estudios a los que se ha sometido la reliquia parecen que concluyen en favor de su autenticidad. ¿Quién habría podido falsificar en los siglos X a XII esta inscripción, demostrando unos conocimientos de paleografía propios del siglo XX? La fecha de datación del Carbono 14 conduciría a concluir que, de tratarse efectivamente de una falsificación, ésta se colocaría en la Basílica con ocasión de las obras efectuadas por por el Papa Lucio II (Cardenal Gerardo) a mediados del siglo XII.
En el año 2005 ha aparecido el libro de la doctora de teología bíblica por la Universidad Pontifica Gregoriana MARIA LUISA RIGATO, escrito en italiano y titulado IL TITOLO DE LA CROCE DE JESU (Editorial Pontificia de la Universidad Gregoriana, Roma 2005). En este libro la autora, que conoce el resultado del Carbono 14, señala que este resultado no es la última palabra, puesto que la datación con C 14 no ha funcionado siempre. María Luisa Rigato, en base a todo lo que argumenta en su libro, considera que el texto de la inscripción se corresponde con el del Títulus original de Pilatos. En el peor de los casos, según la autora, el Títulus de la Basílica sería una copia perfecta del Títulus original. Tal vez el Títulus original estaba tan deteriorado cuando se efectuaron las obras por el Cardenal Gerardo, de modo que éste decidió hacer una copia idéntica al original. Por otra parte, la profesora Rigato indica que todo apunta a que, para facilitar la lectura del texto, se añadió un pigmento a la madera, cosa que podría explicar el error de la datación del carbono 14. En suma, la doctora Rigato concluye que la inscripción como tal tiene todas las apariencias de corresponderse fielmente al Títulus original de Pilatos.